martes, 15 de noviembre de 2011

A favor del cristianismo primitivo.

“El cristianismo es aún posible en todo momento... No está ligado a ninguno de los dogmas impúdicos que se han engalanado con su nombre; no tiene necesidad ni de la doctrina de un dios personal, ni de la del pecado, ni de la inmortalidad, ni de la redención, ni de la fe; puede prescindir en absoluto de la metafísica, y todavía más del ascetismo y de una ciencia natural cristiana... El que hoy dijera “Yo no quiero ser soldado”, “yo no me ocupo de los tribunales”, “yo no reclamo el auxilio de la policía”, “yo no quiero hacer nada que perturbe mi paz interior; y si debo sufrir por esto, nada conservará mi paz mejor que el sufrimiento”... ése sería cristiano” (Nietzsche. F , “La voluntad de poder”).

Nietzsche no valora tan negativamente la figura de Jesús ni del cristianismo primitivo: haciendo una lectura muy distinta a la tradicional, considera que lo que ahora entendemos por cristianismo debe mucho más a San Pablo que a Jesús. Para Nietzsche Jesús se presenta como un revolucionario, un anarquista contrario a todas las manifestaciones del orden, fundamentalmente del poder religioso tradicional, como uno de los más destacados defensores de la renuncia a la violencia y a los brillos mundanos de sus contemporáneos; y por esta actitud subversiva fue crucificado. Y esto nos da lugar a muchas dudas, como por ejemplo ¿Por qué se le tiene que agregar tantos dogmas terrenales, por decirlo de alguna manera? ¿Qué hace que una religión, algo tan dogmatico, que se basa en revelaciones, se vuelva tan material y tan posesivo? ¿Por qué es el Bien o el Mal?¿El cielo o el infierno?¿El pecado o la salvación?




Juan Manuel Risueño

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